El camino

Comienzo un camino con aroma a sidra, y aunque aun no lo se, acabará teniendo sabor a pulpo y a mar…y se llenará de sonrisas…

Mis primeros pasos en soledad, me llevan a una primera noche entre montañas. Hacía años que mi mirada no contemplaba el sol ponerse entre gigantes.

Y entre la niebla, continuo mis pasos, entre la calma y el silencio que este paisaje fantasmal trae consigo, el día aun duerme en este valle. Un tren, que viene acompañado del sol, le dan movimiento al día, que cobra vida, para caminar junto a mi. Y subir, y subir, para llegar a aquella casita, con vistas al mundo. Primeras sonrisas compartidas, en aquel lugar lejos del ruido. Sonrisas que, sin saberlo aun, van a estar junto a mi el resto del camino.

Hay días en que los pasos son más fáciles, hay otros en los que alguna piedra en el camino te lo complica todo. Pero cuando se camina por un bosque encantado, esa magia nos ayuda a avanzar, hasta alcanzar el destino deseado. Una pequeña aldea llena de calma, y una casa, donde la hospitalidad hace que pienses que has llegado a tu hogar. Compartir vivencias, mas sonrisas, y una cena entre amigos, que se convertirá en la primera de muchas.

Entre mas bosques y molinos de viento, sigo mi andadura, hoy me siento un poco Quijote, pues la locura del camino se ha apoderado de mi, y donde otras personas desistirían, yo sigo insistiendo, y avanzando, luchando conmigo misma a cada paso. Definitivamente, volveré mas loca de lo que me vine, pero esta locura por la vida es lo que siempre me ha hecho avanzar. Saber que al final del día encontraré amigos que me esperan, hace que cada paso sea mas ligero, y mas fácil caminar. Y las historias que encuentro a cada paso, hacen que las horas parezcan minutos, y todo pase en un instante. Instantes llenos de vidas que recordar.

Y siguiendo el camino de baldosas amarillas, llego a un lugar, en mitad de las montañas, donde caballos salvajes me acompañan. El Sol reaparece entre las nubes, alejando el viento, para poder contemplar el horizonte inabarcable en silencio. Un pequeño pueblo empedrado me sorprende, en mitad de la nada, en mitad del todo…solo un cachorro me recuerda que allí aun hay vida. Es un día largo, de soledad, con la única compañía de la naturaleza salvaje, que me llena de una tranquilidad interior, que aun hoy me acompaña… Y un anochecer con aquellas personas que se han convertido, sin planearlo, en mis compañeras de viaje…

El agua de una gran rio, nos lleva a un día en que viajaremos al pasado, en algun lugar del mundo donde el tiempo se detuvo. Para, temprano, la mañana siguiente luchar contra el viento, mientra los molinos se convierten en mounstros de hacer ruido. Pero es entrar en tierra de meigas, y olvidar toda esta lucha, pues por fin podemos disfrutar de una cena con sabor «à feira», que sabe mejor después de un duro día, y entre risas.

Los días hasta llegar a la ciudad amurallada se hacen con calma. El paisaje va cambiando, se va allanando, aunque aun alguna subida nos sorprende. Una última comida entre amigos en la ciudad, que se hace un poco triste, pues a partir de hoy seremos menos, y correr hasta la estación, para una última despedida frustrada…el primer adiós, aunque sabemos que en realidad es un hasta pronto…

Cada vez mas cerca del final, hoy caminamos, mas que ayer, mas que ningún dia…a mi hoy, ya no me pesan las piernas. El destino, un pequeño paraiso perdido, para nosotros solos, un remanso de paz, pues sabemos que al día siguiente el ruido, el caos, la marabunta, se adueñará de nuestro camino.

El paisaje muta, ya no caminamos solos, siempre tienes alguien delante, siempre gente detrás, mucho ruido que aleja la naturaleza. Por la tarde unos momentos de paz, una siesta al lado del rio, la tranquilidad en medio del caos, y un chapuzón en sus frías aguas…

Hay días que es mejor olvidar, recuerdos que es mejor no guardar…así que prefiero pensar que ya veo la catedral al final del camino, y que la noche entre chinches, nunca existió!

Y de hecho, veo ya la Catedral, casi la toco con los dedos, me emociono, los ojos se me empañan… hubo días en que se hizo dificil, en que pareció imposible, pero llegué! Y aquí estoy, en esta plaza, con la seguridad que este no es el final, sino el principio de muchos caminos… tanto es así, que seguiré caminando, para llegar al fin de la tierra conocida, y ver un océano infinito… Pero antes, me espera una noche de meigas, «queimada» y fantasía infantil, noche de hasta pronto, porque la vida da muchas vueltas, y los caminos se pueden volver a cruzar…

Ya somos menos de camino al mar, pero miro atrás y pienso que comencé mis pasos en solitario, y ahora se me haría dificil caminar sin esta compañía. Son días tranquilos, de caminar mas lento, de disfrutar del silencio recuperado, la naturaleza vuelve a estar con nosotros. Pequeños momentos compartidos… Incluso cuando la lluvia irrumpe en nuestro caminar, luego es recompensado con un bello momento de sol al llegar y ver el mar. Y alcanzar el Faro, en el confín de la Tierra, un baño en aquellas aguas cristalinas, una puesta de Sol en el fin del mundo…

final del camino…

de momento…

Todos estos pasos, todas estas palabras, no habrían sido posible sin esas personas que hicieron de mi camino una bonita realidad… esa pequeña mujer de tierra de vinos, todo energía y corazón, sonrisa cómplice al final de cada jornada, mirada limpia y sincera, que se convirtió en mi hada madrina del camino, y sin la que quizás no habría sabido seguir andando… la chica del aire, a veces viento y revolución, a veces calma y tranquilidad, unidas por esa manera especial de ver el mundo, y por las ganas de volar, que se convirtieron en palabras cómplices al lado del mar del fin del mundo… el gallego correcaminos, bastón virtual de mi camino, mi padrino de reserva en los albergues, compañero hasta mi último minuto de peregrina, hombre de pequeñas palabras pero sonrisa en la mirada, sin su ayuda mi paso habría sido mas lento, ni se si habría llegado… ese hombre sabio con alma de niño, lector empedernido, fuente de risas y conversaciones inolvidables, pena que te fueras tan pronto… aquel fotógrafo del lugar de las fallas, terremoto de las literas, de risa fácil y contagiosa… y que decir de aquellos hermanos, el uno la palabra y sabiduria, el humor esquisito, el otro la sonrisa franca, compañero del furgón de cola, conversaciones entre cojitos… y muchos mas que me acompañaron, y que daría para estar escribiendo días… todos con un lugar reservado en mi corazón, donde llegaron sin hacer ruido, caminando despacio, pero decididos a quedarse…

«Esta mañana, antes del alba, (…) le dije a mi alma: Cuando abarquemos esos mundos ¿estaremos al fin hartos y satisfechos? Y mi alma me dijo: No, una vez alcanzados esos mundos proseguiremos el camino.» W. Whitman.